La cirugía de la obesidad provoca un conjunto de limitaciones, sobre todo en cuanto a la cantidad de ingesta de alimento, siendo más partidarios de denominar a esas limitaciones, cambios tras la cirugía. Los cambios que nos obligan a renunciar a nuestros hábitos anteriores en pro de perder el exceso de peso y mejorar la calidad de vida.
En el periodo temprano los cambios que se relacionan con la cirugía tienen que ver con la técnica quirúrgica realizada, bien pueden ser la disminución de la capacidad de ingerir alimentos, la falta de sensación de apetito o el aumento del número normal de deposiciones. De algún modo estos cambios iniciales en nuestro organismo son de índole mecánico limitando la capacidad del estómago con la “reducción del estómago”, o bien, punteando segmentos del intestino de diferente longitud. Por ello, en ese periodo inicial al que nos referimos, el organismo responde con importantes pérdidas de peso.
Preparación preoperatoria para el cambio.
1. La preparación para la cirugía es la primera estación del cambio. En muchas ocasiones, al prescribir la dieta para la preparación de la intervención, en una persona que puede comer diferentes cantidades de comida, se hace impensable que dicha dieta pueda cumplirse. Este es el primer cambio que acontece en la cirugía de la obesidad, la gran mayoría de personas cumplen estrictamente las indicaciones y se produce la primera pérdida de peso importante, fruto del cambio en las expectativas de pérdida de peso informadas en las entrevistas.
Cambios postoperatorios.
En la alimentación.
1. Un nuevo cambio es asumir la ingesta de pequeñas cantidades de alimento como la normalidad. A partir de la intervención, debido a que la mayoría de técnicas manipulan el estómago, existe una disminución de la cantidad de alimento que se puede ingerir, este cambio es importante y se mantiene durante mucho tiempo, tanto que se hace natural ingerir menores cantidades de alimento. Tras un periodo de tiempo prudencial para no forzar la capacidad del estómago la ingesta de alimentos es variada, no existiendo más limitación que la de aquellos alimentos con elevado contenido calórico y por supuestos no recomendables.
2. Una nueva manera de alimentarse. No se pueden ingerir alimentos de modo rápido porque no son aceptados adecuadamente por nuestro nuevo estómago. Los alimentos deberemos escogerlos de acuerdo con las indicaciones de los nutricionistas y masticarlos adecuadamente, comiendo con la pausa necesaria para que sean bien aceptados.
En las costumbres.
1. No sólo cambia el modo de alimentarse, con la pérdida progresiva del exceso de peso, cambian nuestros hábitos y costumbres. Lo que antes era una dificultad, ahora se convierte en un placer, el placer de pasear, sin los problemas articulares lógicos que aparecen en unas articulaciones dolorosas por la sobrecarga que soportan y que contribuirá a los resultados esperados. Me refiero a comprar, de repente retorna el gusto para comprar ropa al reaparecer y abrirse una oferta nueva encontrando lo que antes era imposible ponerse por falta de tallas. Las tallas grandes, ya no son necesarias y la ropa XXL o XXXL pasa a los cajones del olvido.
En la actividad física.
1. Otro cambio es el relacionado con la actividad física. Ahora ya se puede. En muchas ocasiones, en relación a las enfermedades asociadas a la obesidad, el sedentario es obligado, debido a las limitaciones lógicas que existen en una persona con sobrepeso. Lo que antes era imposible ahora apetece y muchas personas al mes de la operación inician de modo escalonado actividad física, retomando actividades abandonadas. El cambio físico estimula a la realización de ejercicio.
Y la lista podría ser más larga, la mejoría de aspectos psicológicos como la autoestima, el sexo, los aspectos sociales y laborales, etc.