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La enfermedad tromboembólica venosa

enfermedad tromboembolica

La enfermedad tromboembólica (ETE) es una condición médica en la que se forman coágulos de sangre en los vasos sanguíneos, lo que puede interrumpir el flujo sanguíneo normal y llevar a complicaciones graves, como embolias pulmonares y accidentes cerebrovasculares.

La obesidad, por su parte, es un factor de riesgo bien conocido para la ETE. Esto se debe a que las personas con sobrepeso u obesidad tienen una mayor cantidad de tejido adiposo, lo que puede aumentar la producción de sustancias inflamatorias en el cuerpo y la resistencia a la insulina, lo que aumenta la probabilidad de formación de coágulos sanguíneos.

Se ha demostrado que la obesidad aumenta el riesgo de ETE en diversos estudios clínicos y epidemiológicos. Un estudio de 2015 publicado en la revista Circulation encontró que el riesgo de desarrollar una ETE era aproximadamente un 30% mayor en personas con obesidad en comparación con personas de peso normal. Otro estudio de 2020 publicado en la revista Journal of Thrombosis and Haemostasis encontró que las personas con obesidad mórbida tenían un riesgo aún mayor de desarrollar una ETE.

Además, la obesidad puede agravar los efectos de la ETE en las personas que ya la padecen. Por ejemplo, las personas con obesidad y ETE tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves, como embolias pulmonares.

En resumen, la obesidad es un factor de riesgo importante para la ETE y puede aumentar tanto el riesgo de desarrollar la enfermedad como la gravedad de sus complicaciones. Por lo tanto, es importante mantener un peso saludable y llevar un estilo de vida activo para reducir el riesgo de ETE y otras enfermedades relacionadas con la obesidad.

El tromboembolismo pulmonar (TEP) es una complicación común después de la cirugía, especialmente después de cirugías mayores como la cirugía de cáncer o la cirugía de reemplazo de articulaciones. El TEP se produce cuando un coágulo de sangre se forma en una vena profunda, generalmente en las piernas, y luego se desprende y se desplaza a los pulmones, donde puede causar una obstrucción y comprometer el flujo sanguíneo.

La incidencia de TEP después de la cirugía varía según el tipo de cirugía y el paciente, pero se ha estimado que puede oscilar entre el 0,2% y el 5,5% de los pacientes. Los factores de riesgo de TEP después de la cirugía incluyen la edad avanzada, la obesidad, el cáncer, la inmovilización prolongada, el tabaquismo y la historia previa de TEP o enfermedad venosa profunda.

Para prevenir el TEP en pacientes que se someten a cirugía, se pueden tomar medidas preventivas, como el uso de anticoagulantes profilácticos, la movilización temprana después de la cirugía y la aplicación de medias de compresión graduada. Además, se puede realizar una evaluación de riesgos antes de la cirugía para identificar a los pacientes con mayor riesgo de TEP y tomar medidas adicionales para prevenir la enfermedad.

La TEP consiste en el enclavamiento en las arterias pulmonares de un trombo desprendido (émbolo) desde alguna parte del territorio venoso. Aunque el origen del émbolo, en la mayoría de los casos (90-95%) se trata de una trombosis venosa profunda de extremidades inferiores (EEII), a menudo asintomática.
El riesgo de padecer una enfermedad tromboembólica venosa puede ser alto ante cirugía mayor o accidentes como las fracturas en pelvis o piernas; medio ante el postparto, uso de fármacos anticonceptivos o cáncer y riesgo bajo ante viajes prolongados, varices, embarazo o edad avanzada.

Cuando hablamos de enfermedad tromboembólica venosa nos referimos al proceso caracterizado por la formación de un trombo (coágulo sanguíneo) en el interior del sistema venoso profundo que puede crecer o fragmentarse, interrumpiendo la circulación normal de la sangre y causando diversas alteraciones.

La trombosis venosa puede aparecer en cualquier edad, pero es más en los mayores de 60 años, debido a su sedentario y falta de movilidad, lo que aumenta sensiblemente el riesgo. Frente a las personas no obesas, los obesos de 40 años tienen casi el doble de riesgo en edad avanzada, de sufrir un tromboembolismo pulmonar o una trombosis venosa profunda, mientras que los menores de 40 años tienen un riesgo cinco veces mayor.

No es un problema menor, según el Instituto Nacional de Estadística en 2015 fallecieron 4.167 personas, de las cuales el 60% son mujeres.

El tratamiento

La prevención forma parte del tratamiento siendo una pauta muy recomendable en el postoperatorio temprano, con la movilización precoz. El tratamiento de elección es la anticoagulación, mediante heparina de bajo peso molecular a dosis terapéutica, seguida de anticoagulación oral con acecumarol o warfarina durante al menos 3 meses

Bibliografia

Consenso nacional sobre el diagnóstico, estratificación de riesgo y tratamiento de los pacientes con tromboembolia pulmonar. Arch Bronconeumol 2013;49:534-47 – Vol. 49 Núm.12

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